En pleno 2025, mientras el mundo empresarial sigue embriagado con la eficiencia remota y las interminables calls virtuales, en Kigüi decidimos apostar por algo que parece casi revolucionario por lo básico: recorrer 2726 kilómetros en auto para mirar a los ojos a nuestros clientes.
Sí, literal. Un CEO cruzando fronteras, un equipo con ganas de escuchar de cerca, y media Sudamérica por delante. ¿Arcaico? Quizás. ¿Transformador? Definitivamente.
Cuando la innovación necesita kilómetros, no gigabytes
La verdad incómoda que muchos evitan: la digitalización nos ha hecho eficientes, pero a veces a costa de lo esencial. Mauricio Kremer, nuestro CEO, viajó desde México especialmente para este “road show” con un propósito claro: demostrar que el compromiso real no entiende de distancias ni se resuelve con un Zoom.
¿Por qué apostar por algo tan “ineficiente” como recorrer personalmente escritorio por escritorio?
- Porque los gestos, las miradas y las conversaciones de pasillo capturan lo que ninguna encuesta digital podría.
- Porque la pasión se contagia más fácil cuando nos miramos a los ojos.
- Porque leyendo entre líneas —y entre silencios incómodos— surgen las verdaderas necesidades.
Esta no es una nostalgia analógica, sino una estrategia deliberada. Estudios recientes muestran que el 71% de las ventas siguen dependiendo de interacciones cara a cara, y las reuniones presenciales convierten prospectos a un asombroso 40%.
Transformación digital vs. transformación de relaciones
Hablamos mucho de transformación digital, pero la verdadera transformación empieza por animarnos a salir del Excel y entrar al territorio. En este viaje de una semana, queremos mostrar lo que hacemos en Kigüi de la manera más directa: sentados frente a quienes operan nuestras soluciones todos los días.
La innovación de verdad se entiende y se siente cuando hay contacto humano. Podemos tener las mejores herramientas digitales, pero sin entender el “por qué”, el “cómo” y el “qué falta” directamente de la fuente, estamos construyendo castillos en el aire.
No se trata de negar el valor de lo digital, sino de recordar que las herramientas son solo eso: herramientas. Los sandwichitos de estación de servicio, las horas de ruta y hasta la playlist del copiloto son parte de este viaje donde lo importante es el destino: entender mejor para servir mejor.
¿Vale la pena en términos de negocio?
Para los ejecutivos de operaciones que enfrentan retos diarios de eficiencia y reducción de mermas, o para directores de innovación que buscan implementar soluciones que realmente funcionen, la respuesta es clara: la cercanía no es un lujo, es una inversión estratégica.
Cuando entendemos las operaciones no desde un dashboard, sino desde la planta o el piso de ventas, las soluciones que desarrollamos resuelven problemas reales, no solo los que imaginamos desde nuestras oficinas.
En un mundo obsesionado con la escalabilidad y la automatización, este viaje de 2726 kilómetros es nuestro recordatorio de que algunas cosas simplemente no escalan – y no deberían. La empatía genuina, la comprensión profunda y el compromiso real requieren presencia.
Y tú, ¿cuántos kilómetros estarías dispuesto a recorrer para entender mejor a tus clientes? ¿Cuánto vale, en tu industria, apostar por la cercanía en vez del piloto automático digital?
El debate está abierto. Y nosotros, mientras tanto, seguimos cargando el termo de mate para el próximo tramo del viaje.