Enamorarse del Problema, No de la Solución
Hace unos días, encontré una foto que me transportó al 2021. Ahí estaba yo, con barbijo en plena pandemia, agachado debajo del mostrador de un supermercado de barrio en Argentina. En mis manos sostenía un dispositivo IoT que habíamos desarrollado en Kigüi, nuestra startup enfocada en reducir el desperdicio de alimentos.
Esta imagen es más que un simple recuerdo. Es la confirmación tangible de una de las frases más repetidas (y con razón) en el mundo emprendedor: hay que enamorarse del problema, no de la solución.
El verdadero éxito no viene de aferrarse a una idea inicial, sino de mantener la vista fija en el problema que queremos resolver, permitiendo que la solución evolucione.
Nuestro camino ha sido una clara muestra de esta filosofía. Comenzamos con hardware instalado en puntos de venta, luego pivotamos a software B2C, y finalmente encontramos nuestro lugar con un modelo SaaS B2B. Tres enfoques completamente distintos, pero todos apuntando al mismo objetivo: reducir el desperdicio de alimentos.
El Espectro Infinito de Soluciones
Si algo he aprendido en este viaje es que para un mismo desafío existe un espectro casi infinito de soluciones. Y esto, irónicamente, se convierte en un problema en sí mismo. ¿Cómo elegir el camino correcto entre tantas posibilidades?
Existe además una tendencia natural a pensar que la solución más compleja es la mejor. Nos encanta complicarnos, ¿verdad? Pero la realidad es que esto no es cierto en la mayoría de los casos prácticos. Los emprendedores exitosos entienden que la simplicidad suele ser el camino más efectivo.
Etapa | Solución | Aprendizaje Clave |
---|---|---|
Inicial | Hardware IoT en punto de venta | Complejo de implementar y escalar |
Intermedia | Software B2C | Difícil adquisición de usuarios |
Actual | SaaS B2B | Simple y con impacto real a escala |
Cada pivote nos acercó más a lo que realmente importaba: resolver el problema de fondo. No nos aferramos a nuestra primera idea cuando vimos que no era el camino óptimo. Nos estrellamos contra la pared, nos levantamos, y seguimos buscando.
La Paradoja de la Complejidad
Me he dado cuenta de que muchas veces, especialmente en el ámbito tecnológico, nos enamoramos de soluciones complejas porque:
- Nos hacen sentir más inteligentes
- Parecen más impresionantes para inversores
- Dan la sensación de estar creando algo “disruptivo”
Pero la verdadera disrupción viene de resolver problemas reales de forma efectiva, no de la complejidad de la solución. A veces, lo más revolucionario es lo más simple.
El Triunfo de la Simplicidad
Hoy estamos muy contentos porque finalmente logramos desarrollar lo que tanto buscamos:
- Un producto simple. Sin complicaciones innecesarias, enfocado en resolver el problema central.
- Impacto real a escala. No solo funciona en teoría o en casos aislados, sino que genera resultados medibles en múltiples contextos.
Este camino no ha sido lineal. Ha estado lleno de improvisaciones y ajustes, de momentos donde tuvimos que rendirnos ante ciertas ideas y probar otras completamente diferentes. Pero siempre mantuvimos el norte: reducir el desperdicio de alimentos.
Para los directores de operaciones y responsables de reducción de mermas en la industria alimentaria, este aprendizaje es particularmente valioso. La tecnología debe ser una herramienta para simplificar procesos y generar impacto real, no para añadir capas de complejidad.
Si estás enfrentando el desafío de reducir pérdidas en tu cadena de suministro o punto de venta, te invito a preguntarte: ¿estás enamorado de una solución específica o del problema que intentas resolver? La respuesta a esta pregunta podría marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Y recuerda, a veces el camino más efectivo no es el más complejo ni el más innovador tecnológicamente, sino el que realmente resuelve el problema de la forma más directa posible. ¿Estás dispuesto a pivotar tantas veces como sea necesario hasta encontrarlo?